Cuentan –y no mienten– que en la casa de los hombresmontaña se juntan los elementos para conspirar: un espejo de agua como un ojo dirigido a las nubes, ennegrecido y perdido para siempre, un ojo negro y profundo como el de una vaca; la tierra generosa y cicatrizada de la loma que es hogar y trabajo, memoria colectiva y resistencia; y un cielo abierto, anchísimo, en el que golpea duro el viento y en el que no cesa la sinfonía más bien amistosa de los perros.
Por eso dicen que en la casa de los hombresymujeres montaña se domicilIa el aire, la tierra y el agua; se amalgaman los elementos.
¿Y el fuego, qué papel desempeña en toda esta festividad elemental? El fuego está hecho de la materia de todos los sueños de los de la loma, de las amas de casa, del desempleado, del ruso (nuestro ruso, no ruso como el del mundial sino como el nuestro, el que va a pie contando monedas para llegar a fin de día).
El fuego también lo ponen las Niñas sin miedo.
Somos una especie curiosa, que ama y teme. Tenemos en común la fragilidad de la noche, el terror de los monstruos y de los fantasmas. Todos tememos a algo, a alguien: en lo profundo de la intimidad de nuestra biografía, todos nos sentimos desnudos y vulnerables, compartimos ese vértigo y manifestamos sus mil caras. Imagina tu miedo, aquello ante lo cual se te doblaría la panza de angustia, husméale el rostro por un momento a tus viejas quimeras, tus fáciles demonios. Eso, el miedo, esa palabra gigante, se le ha quedado chiquita a las Niñas sin Miedo que son el alegre fuego que cuida la comunidad en el barrio Los Pinos, de Suacha.
Y ¿sabes? Decidieron enfrentar sus miedos aprendiendo a montar en bici. Ellas, unas niñas. Entonces es por eso que ellas son el fuego, porque nos enseñan que se puede. Con la enormidad de sus seis, de sus siete, de sus ocho y más años, con la estricta sencillez y amplísima visión de una pequeñita que sabe que existe el miedo y que sabe también de la grandeza de enfrentarlo y que sabe además de la dicha, de la alegría fundacional que hay en subirse a una bicicleta. Eso lo sabemos vos y yo, que hemos montado en bici. Y si tú, que ahora me lees, no sabes de esa dicha pues súbete a una carajo que es lo más hermoso del mundo.
Observa bien las fotos. ¿Ves su concentración para aprender a reparar sus bicis? ¿reparaste en su mirada atenta y empoderada de saber que saben y que disfrutan aprender cosas nuevas e importantes? ¿viste que en las fotos están todos los elementos y conspiran?
Niñas sin Miedo.
Texto y fotos. @Bicicletos.
Mas fotos.
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